Venezuela: ¿Es posible reconstruir sus instituciones?


La cultura de una sociedad se expresa a través de sus instituciones. Éstas tienden a facilitar o a dificultar el éxito de las políticas de crecimiento y desarrollo en los países. Las instituciones son como las reglas del juego y su permanencia y éxito se basa en lo útiles que éstas sean para la sociedad. Douglass North, Premio Nobel de Economía 1993, aduce que sin el soporte de instituciones fuertes y maduras, los países no podrán encontrar y mantener la senda de su desarrollo. Quizá allí se encuentre una respuesta para el secular estancamiento que, en su crecimiento económico y desarrollo social, sufre Venezuela

Venezuela, desde 1998, vive una vorágine de cambios institucionales. Desde entonces se han producido cambios radicales, que contrastan con lo que aparentemente era y es la cultura del venezolano promedio. Una cultura apoyada en valores tales como: propiedad privada, libre empresa, pluralismo, tolerancia, capitalismo y democracia. Después de once años de instalado el actual Gobierno, instituciones con más de 40 años parecen haber sido barridas para dar paso a un nuevo sistema, opuesto al concepto de democracia y capitalismo. Estos cambios mantienen profundamente dividida a su sociedad.
Esta etapa se enmarca dentro de un nuevo ciclo de incremento sustancial en sus ingresos, producto de la renta petrolera. En anteriores ocasiones esos períodos de ingentes ingresos no fueron suficientes para garantizar un crecimiento estable y sostenido de la economía venezolana, ni para asegurar el futuro de sus habitantes. Condenada, al parecer, por una cultura rentista, al final de esos ciclos de bonanza, la sociedad venezolana y su clase dirigente se han encontrado con que no han sido capaces de capitalizar el incremento de recursos, encontrándose cada vez más lejos de la meta.
A diferencia de países que gozan de rentas y prerrogativas semejantes y de otros que tienen muchos menos recursos, Venezuela no logra encontrar la senda del desarrollo sustentable y sostenido que garantice el bienestar de su población. Es necesario analizar porqué la sociedad venezolana se comporta del modo como lo hace. Y determinar, si ese comportamiento tiene su base en la inmadurez o inexistencia de valores, organizaciones e instituciones que la guíen hacia el camino correcto, tal como asoma la escuela de pensamiento económico liderada por Douglass North, Premio Nobel de Economía en 1993.
North en su libro “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico” explica cómo las instituciones influyen o determinan el desempeño económico de los países. A través de un análisis histórico del desempeño económico, da luces acerca del dilema de porqué economías con asignaciones semejantes de recursos obtienen resultados tan disímiles en la senda hacía el desarrollo económico. Así como porqué adicionalmente, algunas de esas economías siguen estancadas sin encontrar solución a sus problemas. En su análisis explica que en la senda hacia el desarrollo de un país, el pasado influye en el presente y en el futuro a través del cambio acumulativo en las instituciones.

Cultura

Según North, el punto de partida a partir del cual se organiza una sociedad y aprovecha el conocimiento existente proviene de su cultura. Hasta hace relativamente poco tiempo y durante 40 años continuos, Venezuela gozó, aparentemente, de instituciones democráticas estables. Esto lleva a suponer que en la cultura del venezolano debían encontrarse enraizados valores que consideraban útiles ese tipo de instituciones, razón por la cual evolucionaron hasta obtenerlas. Estos valores se encontraban representados en organizaciones políticas (partidos políticos, cuerpos legislativos, etc.); económicas (empresas, sindicatos, cámaras de comercio); y sociales (iglesias, y diversas asociaciones civiles) que surgieron incluso en plena dictadura. Estas organizaciones fueron la génesis de las instituciones democráticas.
North señala un aspecto crucial de la herencia cultural: “las creencias que mantienen los individuos, los grupos y las sociedades y que determinan sus preferencias son consecuencia de su aprendizaje a lo largo del tiempo, y no sólo del lapso de vida de un individuo o de una generación”.
Es decir, la cultura de una sociedad, no se forma del día a la noche, es un proceso secular, tanto individual como colectivo. Y esa herencia cultural es la que sienta las bases de las organizaciones y las instituciones de un país, garantizando la estabilidad del sistema económico a lo largo del tiempo.
En el caso venezolano ese tramado institucional, asociado al período de mayores logros democráticos, ha sido rápidamente desmantelado en el curso de ocho años. Sin embargo la cultura subyacente del venezolano, según recientes investigaciones, no ha cambiado. Según el investigador social Oscar Schemel, el venezolano posee valores fuertemente atados al capitalismo y a la democracia, aunque no sea muy consciente de ello. Sigue valorando el pluralismo, la propiedad privada y la igualdad de oportunidades. Aspira al ascenso social como fruto de su estudio, esfuerzo y trabajo. Además cree en la división de clases, pero con límites que le permitan ascender. Por lo que cabe preguntarse ¿Por qué se han sido posibles cambios tan radicales en tan corto lapso de tiempo?
De acuerdo a las investigaciones históricas hechas por North, los cambios que parecen abruptos, en realidad no lo son, responden a fallas institucionales que han tardado mucho en ser percibidas y corregidas. De hecho North afirma que “generalmente las instituciones cambian de un modo incremental y no de un modo discontinuo” (…) inclusive los cambios discontinuos (tales como revoluciones y conquistas), no son nunca totalmente discontinuos, son el resultado del encajonamiento de limitaciones en las sociedades”.
Esto quiere decir, estos cambios que parecen sorpresivos tenían tiempo gestándose y son consecuencia en realidad de insatisfacciones con el marco institucional predominante. Probablemente tienen más que ver con la incapacidad de adaptación y de respuesta de las instituciones acostumbradas a un modelo rentista, que con un cambio de valores en la sociedad. El sistema institucional se volvió impermeable a las necesidades de la sociedad, se tornó incapaz de evolucionar y resolver problemas socialmente complejos.
Pero la buena o mala noticia -según el punto de vista con el que se mire-, es que tampoco los actuales arreglos institucionales, a pesar de lo traumático y costosos que están siendo, tienen garantía de permanencia. La premura y los métodos de coacción y coerción con que están siendo impuestos atentan contra su perpetuación en el tiempo. North también sostiene que “Aunque las normas formales pueden cambiar de la noche a la mañana como resultado de decisiones políticas o judiciales, las limitaciones informales encajadas en costumbres, tradiciones o códigos de conducta son mucho más resistentes o impenetrables a las políticas deliberadas”.
Y aunque las instituciones formadas a lo largo de más de 40 años no parecen haber logrado su objetivo de perpetuarse, no puede decirse que su eliminación vaya aparejada con la desaparición de los valores que impulsaron su creación. Los rasgos culturales sobreviven más allá de las imposiciones formales y paradójicamente, más adelante podrán sorprender con nuevos e inesperados cambios a la sociedad venezolana. La tensión entre fuerzas contrapuestas, representadas por la imposición de nuevas reglas formales a reglas informales firmemente establecidas desde hace algún tiempo, dificulta y dificultará un acuerdo que facilite encontrar la senda de la estabilidad institucional tan necesaria para el crecimiento económico y para el desarrollo.
Por tanto, no es tarea, fácil ni rápida la creación del nuevo hombre “socialista”. La gran cantidad de cambios formales que impone de manera apresurada el nuevo entorno de poder, se encuentran limitados por valores culturales democráticos (o normas informales) que todavía forman parte de las costumbres del venezolano.
La élite que pretende imponer el nuevo modelo está al tanto de esto, por ello su necesidad de borrar todo vestigio del pasado bagaje cultural venezolano, apresurándose en sembrar cambios de todo tipo y a todos los niveles y (historia, educación, símbolos patrios, medios de comunicación, medios de intercambio, formas y tipos de información, lenguaje cotidiano, ordenamiento territorial y político, etc.) que buscan arrasar del inconsciente colectivo las viejas formas de entender y solucionar los problemas. Ellos saben que si no hay cambios profundos en los valores y la cultura del venezolano el intento de imponer un nuevo modelo puede entrar en crisis en cualquier momento, máxime cuando es un modelo enfrentado al modo de vida occidental más extendido, la democracia y el capitalismo.
Además quienes promueven actualmente este proceso tienen un importante factor que juega en su contra: El tiempo. Mientras más rápido se impongan esos cambios, más resistencia encontrarán y serán menos internalizados ya que no estarán basados en el convencimiento y conveniencia que es la verdadera raíz para la evolución de los valores del hombre. Pero por otro lado, si lo hacen muy lentamente, saben que quizá no lo consigan nunca. En estos apresurados cambios de los últimos tiempos quizá se les va la vida.

Instituciones y organizaciones
Para North las instituciones son como las reglas del juego, que reducen la incertidumbre a las organizaciones y a los individuos que deben efectuar “transacciones”
La teoría sostiene que los cambios en las instituciones surgen porque los individuos perciben que les podría ir mejor si reestructuran sus intercambios políticos o económicos. Estas percepciones pueden ser exógenas a la economía (cambios mundiales o en otras economías) o endógenas (cambios lucrativos hacia ciertos comportamientos o actividades en la propia economía).
En el caso venezolano, una vez agotado el modelo rentista basado en el ingreso petrolero (a principios de los años 80) las instituciones democráticas no supieron evolucionar, ni fueron capaces de idear nuevas reglas de juego capaces de restablecer el antiguo bienestar. Tampoco pudieron responder con un modelo adaptado a la nueva realidad y siguieron inmersas en un modelo caduco rentista-populista, basado en la repartición de rentas cada vez menores, creando cada vez más ciudadanos insatisfechos y ocasionando la caída persistente del nivel de vida de sus ciudadanos. Como consecuencia de ello la sociedad empezó a percibirlas como poco útiles y comenzaron a volverse prescindibles
El problema ahora consiste en que las instituciones que pretenden sustituirlas, nacen justo en momentos cuando se produce un nuevo incremento de la renta petrolera. Así los promotores del nuevo modelo institucional, aprovechan la coyuntura y pretenden sembrar sus valores políticos asociándolos con la renta fácil y abundante. Montándolo nuevamente en base al modelo en base al modelo rentista populista donde no se premia la productividad ni el esfuerzo. Por los momentos, estas instituciones les serán útiles a una parte de la sociedad, sin embargo cuando baje la renta a repartir, quizá ya no lo sean tanto.
Esto lo saben quienes están empeñados en posicionar su modelo en la mente del venezolano y por los momentos lo usan a conciencia y apresuradamente. Utilizan exhaustivamente el modelo de castigo-recompensa que influye decisivamente en el proceso de aprendizaje. Se aseguran por ese medio que los individuos, y las organizaciones (empresarios, gremios, partidos, etc.) se redefinan en torno al nuevo modelo. “Esto es, si el marco institucional premia la piratería, surgirá entonces organizaciones piratas”, como afirma North.
En el caso venezolano, si el marco institucional premia a las organizaciones colectivas, no importando si son productivas o no, no es de extrañarse el auge de éstas mientras los individuos sigan percibiendo beneficios personales.
También conocen que los modelos mentales pueden redefinirse con nuevas experiencias que incluyen el contacto con las ideas de otros. Todo aquello que contribuya a reforzar las experiencias positivas con respecto al modelo que se busca imponer es una herramienta muy valiosa para el cambio institucional. Por ello los cambios en el modelo educativo, así como en la forma y tipo de información a la que se tenga acceso son vitales en la formación de la mente del “nuevo ciudadano revolucionario”.
Si la sociedad democrática venezolana facilitó el acceso a la educación e información plural que contribuyó a formar un ciudadano con valores más bien diversos, la “revolución” no puede darse ese lujo, por tanto debe monopolizar los medios de educación e información y aprovecharlos como herramientas para formar al “nuevo ciudadano” y en estos momentos internet surge como una nueva amenaza. Deben ir más allá, deben tocar hasta las creencias de los individuos, ya que éstas son las representaciones internas que ellos usan para interpretar el medio. Mientras que las instituciones son los mecanismos externos que crean los individuos para estructurar y ordenar el medio. De allí que durante la primera parte de estos ocho años se haya presenciado la toma política del sector comunitario de más escasa educación formal que es también el más numeroso.
Los promotores del proceso se han asegurado de posicionar y mantener una fuerte presencia de representantes del nuevo modelo político en barrios y poblados, tomando y adaptando las creencias y supersticiones de la mayoría de esa población y estableciendo paralelismos con el nuevo modelo económico-político. Asociando este nuevo modelo con efectos positivos en la renta a los ojos de esos individuos. Reforzando la dependencia de éstos al Estado, mientras paralelamente buscan cambiar sus valores. Simultáneamente, han propiciado cambios en la estructura formal del Estado para reforzar el nexo entre Instituciones, organizaciones e individuos, encaminados todos hacía el nuevo modelo.
Pero estas instituciones que pretenden perdurar también están basadas en un modelo rentista que, ya se comprobó, no tiene futuro. Al terminar el ciclo de bonanza, muy probablemente vendrá una crisis que quizá signifique su fin, si no pretendieran perpetuarse a tráves de la violencia, que sólo serviría para posponerlo a muy alto costo.
North es enfático al decir que aquello que no procura incentivos a los individuos no tiene esperanzas de permanecer. Venezuela deberá empezar de nuevo su camino hacía instituciones creíbles y estables.
Y aunque el nuevo grupo político en el poder se vale de toda la fuerza de la renta petrolera a su disposición para tratar de cambiar el sistema, económico, político y social, se equivoca al copiar para sus fines el mismo modelo rentista-populista, que ya fracasó.
Intentan cambiar a toda costa las creencias, dogmas y formas de organización de los individuos y las comunidades. Buscan sembrar aquéllas que garanticen la supervivencia de su modelo a instancias del incentivo económico. Falta ver si llegado el momento cuando los incentivos económicos se agoten, habrán logrado su objetivo de sembrar el elemento cognoscitivo-individual y colectivo que permita que esas instituciones sobrevivan y evolucionen.

Una lección, que se debe aprovechar
Sería muy valioso que a raíz de lo sucedido en Venezuela en los últimos años, los propulsores del sistema democrático capitalista, dejen de mirarse el ombligo y aprendan la lección.
Las instituciones deben evolucionar y antes que nada deben servir al individuo y a la sociedad. Los modelos que fallan en establecer reglas de juego equitativas para toda la sociedad están condenados a fracasar. Deben establecerse mecanismos capaces de atender las señales de insatisfacción de una sociedad con sus instituciones, para que estas últimas sean capaces de fortalecerse, madurar y guiar a los países por la senda del crecimiento y el desarrollo sostenible.
El actual experimento basado nuevamente en un modelo rentista-populista, agravado con un elemento autoritario, tarde o temprano fracasará y la sociedad venezolana se encontrará nuevamente sin instituciones y lamentablemente deberá empezar de nuevo.
La caída del sistema comunista en la Unión Soviética, da cuenta de que ese modelo no satisface las necesidades de las sociedades modernas e incluso no logra cambiar los valores individuales de competitividad y autosuperación. Es un sistema que niega la necesidad de diferenciación e independencia de los seres humanos. Aún con el manejo totalitario de los medios de información y educativos, en esas sociedades persistió siempre una cultura subterránea que lo llevó a su fin. Este experimento venezolano no da muestras de ser más viable que otros intentos de hegemonía comunista, fracasados todos.
Es importante que se entienda que instituciones fuertes dependen de la utilidad que demuestren tener y de la creación de organizaciones capaces de hacerlas evolucionar y cambiar de manera “incremental” en correspondencia con las necesidades de la sociedad.
El enfoque correcto es el que busca que las instituciones sirvan a las necesidades colectivas e individuales, y se esfuercen en hacer sentir la utilidad de sus reglas hasta el rincón más alejado de la periferia. Es el que consigue llegar hasta el barrio o caserío, busca al individuo para permear la cultura en un proceso permanente. Es también aquél que incentiva su utilización, y se instaura mediante un proceso de aprendizaje constante, que es el que determina la dirección del cambio social y económico. Ese enfoque debe además, procurar que las instituciones lleven su mensaje hasta la más simple y pequeña forma de organización comunitaria y lograr que esas organizaciones creadas por la democracia contribuyan a perpetuarla.
Debe caminar en una misma dirección el mensaje individual, organizacional e institucional, acompañados de la demostración de su utilidad.
A pesar de los cambios impuestos por el Gobierno que aspira a perpetuarse (nuevos símbolos patrios, medios de intercambio, derechos de propiedad, uso del lenguaje, sistema educativo, medios de información, formas de organización territorial y comunitaria e instituciones), nunca estarán seguros de cuando podrán cantar la victoria.
El cambio es perpetuo e inexorable y los virajes bruscos son, paradójicamente, fuente de nuevos cambios en direcciones inesperadas. En todo caso, una vez finalizado este capítulo de la historia venezolana, debe insistirse en la fundación de instituciones sólidas que puedan perdurar y permitan instaurar un crecimiento y desarrollo sostenible y sostenido.
Ana María Di Leo F.
Actualizado marzo 2010.
1ra versión: Marzo 2007

Nota:
Mensaje de Duglass North al recibir el Premio Nóbel de Economía (9 de diciembre de 1993
Aspectos más resaltantes

1. “Es la mixtura de reglas formales, normas informales y características de implantación lo que modela el desempeño económico, Si bien las reglas formales pueden cambiarse de la noche a la mañana, las normas informales por lo general sólo cambian de modo gradual.

2. “Las organizaciones políticas modelan el desempeño económico porque definen e implantan las reglas económicas. Por tanto, parte fundamental de una política de desarrollo es la creación de organizaciones políticas que a su vez creen y hagan cumplir derechos de propiedad eficientes.

3. “(i) Las organizaciones serán estables sólo si son apuntaladas por organizaciones que estén comprometidas con su perpetuación; (ii) para lograr una reforma exitosa, tanto las instituciones como los sistemas de creencias deben cambiar (..); (iii) el desarrollo de normas de comportamiento que den soporte y legitimen nuevas reglas es un proceso largo y a falta de reforzamiento, las organizaciones políticas tenderán a ser inestable; (iv) mientras que el crecimiento económico puede darse en el corto plazo con regímenes autocráticos, el crecimiento de largo plazo implica el desarrollo del Estado de derecho.
AMDL

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